Vuelta a la normalidad. Se acabó la jornada reducida de trabajo, ya que el martes se acabaron las fiestas. Nueve días de música, meriendas, vacas... Este año he tenido el placer de involucrarme un poco en ellas. Ya en la oficina, los trabajadores de la fábrica tres días nos han invitado a almorzar. Además junto a Nora y Juan ( el veterinario) , dos días después de trabajar hemos estado por el pueblo tomando el vermut. Nos encontrábamos con otros compañeros de la Granja y no sabían que hacernos ( excepto nosotros tres, todos los demás trabajadores son del pueblo).
María Luisa y Jesús Mª como siempre, actuaron de perfectos anfitriones. Tanto el viernes cuando acudí por la noche de juerga con mis amigas, como el martes cuando me acerqué a la tarde con mi hermana al "cajón", no sabían lo que hacerme. Esto último consiste, en que en medio de la suelta de vaquillas en la plaza ( por cierto es preciosa, de piedra, con los maderos... parece la del Grand Prix), todas las cuadrillas aparecen con calderos y empiezan a merendar, ¡ qué ambiente!. Creo que nadie en la plaza se quedará sin probar bocado, ya que a los forasteros nos tratan a las mil maravillas.
En este pueblo me han hecho sentir como de casa...
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