" Pocas cosas me gustan más, que ver a mi pueblo reunido "
Ayer Oteiza celebró el día de la pelota. Dado que mi padre era uno de los organizadores, me tocó vivirlo de cerca. El día comenzó con un almuerzo. Después hubo una sucesión de partidos de pelota a cargo de los jóvenes del pueblo. El último y más esperado por mí ( y el que más revolución causó), fue el que disputó mi padre junto a su amigo Sili ( con casi 58 y 57 años), contra " Panad" y Zab ( de 24 y 22 años). El amor propio de mi padre ( una de las cosas que más admiró de él) pudo con la edad... resultando los " viejos" ganadores. Después se empezaron a hacer las paellas. Carm Hort era el supervisor. Y ahí volví a ver porque me siento tan orgullosa de mi pueblo, ya que la gran mayoría de los asistentes, de una u otra forma colaboramos en la preparación de la comida. ¡ Esa UNIÓN !. Me recordaba mucho al día del caldero en fiestas. Junto a mi primo Edu preparé una de las catorce paellas que se hicieron. El rato resultó ameno, riéndonos con los jóvenes de al lado... Una vez elaboradas, los 240 comensales nos sentamos en dos mesas que se habían colocado a lo largo del frontón. La comida estaba buenísima, yo probé de una de las paellas y un poco de risotto que había hecho mi primo Raúl. También hubo gambas a la plancha y un buen trozo de tarta. Finalizada la sobremesa los jóvenes comenzaron con las partidas de mus en el bar. Para los niños vino Gorriti con ponys y vaquillas, ¡ qué risas!. Después hubo campeonato del Punto, en el que mi hermana fue una de las que consiguió medalla ( no podía ser de otra manera). A las 9 y media cuando el ambiente ya estaba garantizado ( la gente llevaba bastantes cubatas de más) dio comienzo el partido pagado por el club donde el peculiar Mikel Goñi " el loco de la colina" y Keralt ganaron a Koka y Almandoz. Una vez finalizado, Kapea puso música y ambientó el lugar. La gente respondió y el bar del poli parecía un bar más de fiestas. ¡ Qué ambiente!. A las 6 y media me iba para casa. La nota del día, la marcó Luisete el camarero cuando la despedida la hizo con dos copas de champagne ( con abanico y todo). En otras circunstancias me hubiese encantado, pero ahí me quedé perpleja.
Un bonito día para el recuerdo...
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