Hace unas horas mi madre hablaba con María Jesús de Andosilla y nos comunicaba que su madre Pilar acababa de morir. Ayer pasamos la tarde junto a ellos. Hacía varios meses que por una cosa o por otra yo no acompañaba a mis padres en sus visitas. Ahora me quedo con la conciencia tranquila de que ayer pude despedirme de ella. Tenía 87 años y sufría Parkinson desde hace mucho tiempo, pero la fuerza de voluntad que tenía, ha hecho que durará tanto. Ayer ya no se daba cuenta de nada, pero hasta hace pocos días estaba pendiente de todo. A pesar de que yo casi la he conocido siempre enferma, aun recuerdo a esa mujer fuerte, de campo ( típica de la Ribera) que no sabía que hacernos cuando bajábamos a verlos.
Nuestra amistad tiene sus orígenes en que su marido Juan Cruz hizo la mili con mi abuelo Benito. A lo largo de los años, en vez de ir perdiéndola, mis padres nos han inculcado que hay que conservarla e incluso solidificarla. De ahí que cuando bajo me siento como en casa de una tía. El cariño que allí nos dan es mucho más grande que el que se puede recibir de un pariente cercano. De ahí que hoy sea un día muy triste.
Hoy digo adiós a una gran flor roja de mi vida.
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